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Aspecto Económico

Un factor que claramente contribuye al impacto económico de un desastre es el tamaño de la economía del país en relación con la magnitud del desastre. Independientemente de la globalización, el mundo sigue siendo un conjunto de naciones-estados. La gravedad de los daños infringidos a la economía por un destastre  depende de la intensidad del fenómeno, de la aproximidad de los asentamientos humanos y de la actividad económica respecto del lugar en que ocurrio y de la trayectoria seguida por este. Influyen también el nivel socioeconómico de la población afectada, que se refleja en el tipo de construcciones y en la existencia o no de algún tipo de medias de prevención o de preparación para enfrentar eventos de esta naturaleza. Las fronteras siguen siendo barreras contrapuestas a las fuerzas económicas, de manera que los efectos económicos de un desastre reverberan principalmente al interior del país afectado. Y mientras menor sea el tamaño del país, más paralizante resulta la herida. Los países más grandes también tienden a ser más diversificados económicamente, de manera que si un desastre devasta un sector industrial o económico, hay otros que se pueden expandir para ocupar su lugar.

 

 

 

 

 

 

Efectos comunes a todos los tipos de desastres 

 

Muchos países quedan prácticamente en bancarrota después de un desastre, no importa de qué tipo, y se quedan sin fondos para la reconstrucción de las zonas afectadas pero los inversionistas extranjeros podrían no estar dispuestos a extender préstamos, al menos a tasas de interés razonables, especialmente cuando un desastre de gran magnitud suscita dudas sobre el porvenir económico mismo del país.Está claro que los países más pobres tienen muchas desventajas a la hora de hacer frente a un desastre natural, comparados con los países más ricos. Para empeorar aún más las cosas, algunos tipos importantes de desastres naturales parecieran tener cierta predilección por los países más pobres: huracanes, tifones y otros tipos de tormentas de gran magnitud son principalmente fenómenos propios del trópico, y la mayoría de las zonas volcánicas activas del mundo, incluido el “aro de fuego” que rodea al Pacífico, se encuentran en países en desarrollo.

Indudablemente, los países pobres necesitan la ayuda de la comunidad internacional para manejar la incidencia de desastres naturales, reducir sus vulnerabilidades y atender los problemas sociales y económicos que trae consigo la destrucción. Las necesidades humanitarias son enormes y pocos países disponen de los recursos necesarios para asimilar las consecuencias muchos países quedan prácticamente en bancarrota después de un desastre, no importa de qué tipo, y se quedan sin fondos para la reconstrucción de las zonas afectadas pero los inversionistas extranjeros podrían no estar dispuestos a extender préstamos, al menos a tasas de interés razonables, especialmente cuando un desastre de gran magnitud suscita dudas sobre el porvenir económico mismo del país. Está claro que los países más pobres tienen muchas desventajas a la hora de hacer frente a un desastre natural, comparados con los países más ricos. Para empeorar aún más las cosas, algunos tipos importantes de desastres naturales parecieran tener cierta predilección por los países más pobres: huracanes, tifones y otros tipos de tormentas de gran magnitud son principalmente fenómenos propios del trópico, y la mayoría de las zonas volcánicas activas del mundo, incluido el “aro de fuego” que rodea al Pacífico, se encuentran en países en desarrollo. Indudablemente, los países pobres necesitan la ayuda de la comunidad internacional para manejar la incidencia de desastres naturales, reducir sus vulnerabilidades y atender los problemas sociales y económicos que trae consigo la destrucción. Las necesidades humanitarias son enormes y pocos países disponen de los recursos necesarios para asimilar las consecuencias inmediatas de los desastres y reparar su infraestructura dañadaias inmediatas de los desastres y reparar su infraestructura dañada

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